José Blanco
El ministro presidente
(La Jornada)
Mas de
En los primeros minutos ¿lo esperaba, lo sentía? Avanzó con hechos y cifras, y con el cuerpo erguido; pero hacia el minuto 45 emergió lo inesperado: los tropiezos de lectura: las consonantes oclusivas se volvían líquidas o fricativas, algunas vocales se extraviaban, el informe huía de su control; un movimiento involuntario de la mano derecha, muy por encima de su cabeza, hubo de ser corregido buscando acomodar unos lentes que estaban en su sitio; el tórax se inclinaba hacia la derecha y la cabeza hacia la izquierda como una vela de sebo que vencida por el calor inclina irremediablemente su pabilo; el atuendo se descomponía, una punta del cuello de la camisa escapaba fuera del chaleco, el vértigo amenazaba con trocarse en un vahído, la ansiedad lo asaltaba y los resoplidos iniciaron: estaba muy cerca de hacer su reclamo más potente, pero la voz fracasaba y acaso las rodillas cedían; hizo el esfuerzo de erguir nuevamente la testa, sonrió apenas, y alcanzó a decir débilmente: la impartición de justicia debe ser una práctica cotidiana de virtudes y, en consecuencia, para el ejercicio digno de nuestra profesión, lo primero a defender es nuestra independencia real y absoluta…